Forma de estar en el mundo del asturiano (parte 2).

El bable y la sidra son indisociables, es la embriaguez y la euforia la que hacen que la forma expresiva del bable esté desvinculada de su simbología como estatus social. Hablar en bable es renunciar a toda oportunidad de convertir la expresión en símbolo de pertenencia a clase social alta. Es una lengua igualitaria, y en este sentido es antagónica al resto de lenguas de expresión y forma lingüistica pedantes; hay por ejemplo un antagonismo claro con el castellano pedante, tanto que el bable suele considerarse una malformación vulgar engendrada en el mundo rural. Este prejuicio le costó casi el destierro en las zonas urbanas arribistas. Los neourbanitas criados en el mundo rural pero migrados a la ciudad renegaron del bable por este complejo de inferioridad clasista. El bable une e iguala al ras por abajo, y mezclado con sidra demuele los cimientos del clasismo y del amaneramiento urbanita. Es con la sidra la base de la forma de estar en el mundo del asturiano, una forma sencilla, natural, anticlasista, humana y cercana. Frente a la sofisticación y pedantería del inglés que llegan a enajenar al hablante afectando a todo su ser, el bable es desalienador, es el reencuentro verdadero con uno mismo y con los demás.

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