Espacio de opiniones puras para epicúreos, vitalistas, libertarios, místicos, lisérgicos, psiconautas, ácratas, agnósticos, antisistema, aculturales, dionisiacos, etc...). No se admiten: puritanos, reaccionarios, identitatarios, especialistas, conservadores ni progres. Se prohíben las frases hechas, los lugares comunes, las falacias y la corrección.
Identitario.
La enajenación identitaria es eso que nos separa de nuestra verdadera conciencia de ser, esa milagrosa y eterna conciencia de uno mismo que nos es otorgada al nacer, que ni es creada ni puede ser destruida, y que el cientifismo atribuje a complejísimos procesos neuronales.Gracias a ella los humanos somos los únicos seres de la Tierra capaces de percibirnos y reflexionar sobre nosotros mismos. Pero en este planeta perdido en la inmensidad cósmica hay naciones. La identidad de uno mismo queda entonces alienada por el reconocimiento de pertenencia a una nación.También a un gremio profesional, pero es otro asunto. Cuando un ser deja de ser uno mismo para ser una parte de una nación se dice que está alienado por identitarismo nacionalista. Todo su ser ser queda poseido por la conciencia de pertenencia a esa nación. Los seres alienados se identifican entonces como un nosotros frente a los otros y desarrollan símbolos, conductas y formas de estar en el mundo diferentes a los otros. Incluso cortes de pelo. Se autoproclaman distintos, su voluntad es diferenciarse y separarse de los otros, y nadie se hace distinto por generosidad, por no perjudicar con su inferioridad a un grupo superior: la identidad colectiva lleva implicito el sentimiento de superioridad. Sin esta superioridad la identidad nacional se diluye en la conciencia individual hasta la intrascendencia (el complejo de inferioridad de los españoles es paradigmático de todo ello). En cambio los supremacistas nacionalistas hacen gala y exhiben su superioridad cívica e intelectual. La lengua es fudamental para ello, es la materia y la forma de la identidad nacional, es su alma. La lengua inglesa con el acento y la pronunciación ultrapedante que nos enseñan, transforma al ser, lo hace sofisticado, urbanita, moderno. El bable natural no académico, en contraposición, nos devuelve a la insignificancia, al primitivismo rural, es belleza pura, su función desalienante y despojadora de amaneramientos es nuestro más valioso patrimonio, es la joya de esa identidad asturiana que no presume de nada salvo de esa humanidad y humildad aldeanas tan ajena a las academias de las lenguas.
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