Lucha de clases.

Existe una forma de inducir (llegar a conclusiones generales partiendo de lo particular) que es la salvaje, es decir sin autocensura, ni prejuicios, y sin miedo. Es característica de la adolescencia, y por ello, por ese mito de la evolución permanente, los adultos tienden a considerarla algo superado. Desgraciadamente todo es cíclico, retorno, circular, la evolución constante y uniforme es un idealismo más. Se puede admitir la evolución por superación de contrarios, pero omnidireccional, espiral, con bucles y distorsiones espacio-tiempo, probabilística y aconceptual. Pues siendo valientes, se puede inducir que el mundo es una lucha entre la clase dominante y la clase oprimida. La dominante es cuantitativamente minoritaria y la oprimida abarca a la inmensa mayoria de los humanos. Igual que el día y la noche, el movimiento y el reposo, las categorias absoultas no son más que grados y entre ambas clases se establece una magnitud que mide el grado de pertenencia, es decir un hombre x puede de 0 a 10 pertenecer a la clase dominante en una grado 4 y a la clase oprimida en un grado 3, con una probabilidad n y en intervalo de tiempo t, en constante evolución tanto por sus características intrínsecas como extrínsecas (marco de referencia). Entre el mejicano Carlos Slim y un campesino de Burundi hay una clara diferencia, dominante y oprimido, poseedor y desposeido, hay una duadilidad clara, determinada y cuantificable, histórica y material, objetiva y de hecho. (i.s.)

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